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¿Te gustaría que volvieran Los Brujos?
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martes, 22 de julio de 2008

Una notcia interesante

Para nuestros eruditos (o era eructitos?) que nos leen febrilmente, copio una nota interesantisísisima de esta página extraña http://loquemasquieras.com.ar/petronilo que dice que cosas feas, de esas que los hijos de padres divorciados no queremos escuchar.
Pero bueno, es hora de hacerse hombres y escuchar la cruda verdad, con ustedes la nota:

Textos de Hernán Vera

Fotos de Oliverio Torre

A la Confederación Galáctica

In memoriam

Una de las mejores bandas de los noventa –si es que el plural es acertado– ha tomado como mejor opción continuar, pero solo con la salvedad de no tener más entre sus filas a dos de sus integrantes originales. El proseguir, sin embargo, no está muy bien definido: faltan cosas por ajustar. Mientras tanto, la opinión de las dos partes habla acerca de lo que pasó. Dos versiones de un mismo hecho. Las entrevistas, a Fabio Rey (guitarra) y a Ricky (voz) se realizaron por separado. En ambas ocasiones, con preguntas similares.

¿Nada más queda?Canciones imperfectas. Lo hicieron. ¿Qué será a partir de ahora? ¿Quedará la lista floja e insulsa que venimos acostumbrados a escuchar y que no hace más que taparnos la boca y atildar apenas una beata sonrisa, cada vez que alguien nombra a esos tipos, los mismos sospechosos de siempre? Así es la cosa: Lee-Chi (bajo) y Ricky (voz) se despidieron de Los Brujos. Hace tiempo que el malestar venía, desde lejos. Eso es lo que dicen. Lo único cierto es que la última guerra de artificios de la década comienza a morir. Adiós canciones imperfectas. El grupo en un país políticamente correcto sustuvo la ética. No cantaron al sentimiento lacrimógeno ni a los estandartes que de por sí son ya insostenibles. Como Roberto Jacobi, supieron que valorar la superficie no está mal. Porque ¿acaso lo hondo es bueno y serio y la diversión no? Los 90’s cierran y pocos son los valores que no tienen cotización. Hay un montón de cadáveres que el rock nacional ya nos ha legado, y las enciclopedias estarán agradecidas. El escribiente se debe frotar las manos…

Hoy el sonido del Nuevo Rock Argentino suena occiso y hasta arbitrario. Pero ¿de veras tendremos que hablar en pasado? Sí. Aunque uno no se termine de acostumbrar tan fácil. Mientras la Argentina salía lenta y primaria de los albores de los ‘80’s, en un sector del rock nacional –el under para más datos– se estaba gestando cierto movimiento que duraría lo que la época demandaba: velocidad y escepticismo. De un lado, el rock hiperinflacionario de Malrecetado, Amor Indio y El Lado Salvaje (1988-1991); del otro, la tercera generación punk con Mal Momento, Parálisis Infantil y Attaque 77 (1988-1993). En el medio, el presidente Raúl Alfonsín y la política super combo –léase: con la democracia se vive, se come, se educa–. Alguna vez Rodrigo Fresán comentó aquella fecha como “el año que vivimos en peligro”. Y crean: no se equivocaba. (Para la nueva década infame faltaba muy poco. En Anillaco la estupidez continuaba cautiva). Y al lado, nomás –de esto se trata, amigos– Los Brujos, el grupo que quiso ser sexteto luego de ver bandas como Virus y Sumo. Decían que admiraban a Devo y B-52, que sólo les interesaba tener un fin de semana salvaje. La magia de aquí y de allá, la película adolescente, la new wave atendida por sus propios dueños, se plasmó en un álbum de vinilo llamado “Fin de semana salvaje” (’91). Eran temas bailables, canciones imperfectas. Caleidoscopio Pop. Por un minuto el rock nacional no cometió el mismo lugar común. (Nota al pie: el disco vendió 50 mil copias).

Los seis brujos no formaron parte de la mentira que significó Iguana Records, no estuvieron en la hipócrita guerra de rockers vs. Sónicos, y se perdieron el comentario de Rodrigo Martín –¿el Miguel Mateos de los ’90?– de ser “el primer grupo sónico del país con “Electronauta” (91). El coleccionar metáforas, obstinarse en ser arrogantes y dandys fue menester de los otros grupos. ¡Ay! De igual modo que los Peligrosos Gorriones no aceptaron la continuación fácil y lógica de un segundo disco. Quisieron abrir otro surco, tal vez menos seguro. El resultado fue “San Cipriano” (93) y las pinceladas de Gong y la progresiva de King Crimson. El operativo también les significó pegar micrófonos al tórax. La particularidad fue bautizada como “sonido subjetivo”. “La música se mueve” comentó el productor del disco, Daniel Melero, y les propuso que en el estudio zaparan, que si quedaba bien lo iría a grabar, que… En fin, mentiras: todo había sido registrado, pero el resultado fue inmejorable.

Además, Los Brujos privilegiaron lo estético sobre lo ético, y todos sabemos que toda estética contiene una ética. El fanzine La bola asesina es apenas otra muestra. “La casa en Banfield –aseguró en una vieja entrevista Ricky– es nuestra fortaleza. Ensayamos, tocamos, tenemos una oficina. Vivimos cuando no estamos de gira. También la usamos como un retiro espiritual. Muchas de las actividades de la Confederación Galáctica pueden llegar a organizarse desde ahí”. Se hicieron llamar Lee (batería), Rey Metal y X Metal (guitarras), Metal Lee Chi (bajo) y Robo Yi y Yi Pelingo (voces) y otras veces Zibo, Mosko, La Gruya, Metal Macumba, Majula y Yuca, respectivamente. El último disco “Guerra de nervios” (95) es acaso el ingrediente que faltaba, porque lo sabemos ¡qué puede menos que suceder luego de un fin de semana salvaje que nervios, una verdadera guerra de nervios en nuestra cabeza! “Agua viva” y la psicodélia de los Ventures y el arte de ciencia ficción es similar a esa excitación casi infantil de “Kanishka”. (Otra nota al pie: hablar de canciones imperfectas no es sinónimo de torpeza ni pensar que la diversión es sólo falta de técnica o estilo. En estos tiempos que es tan fácil llegar a la perfección y rapidez, lo otro, al menos, es lo sublime).

La superficie no es frivolidad.

¿A otra cosa mariposa?1 de Junio de 1998

Lugar: un bar en los fondos de la Avenida Santa Fé

Protagonista: Ricky (ex cantante de Los Brujos)

Bebidas: un café

Bueno, ¿qué pasó?

Los Brujos se separaron.

Entonces, ¿cómo fue la disolución?

No podíamos seguir juntos. Para mí es así: Los Brujos somos los 6 integrantes que empezamos con la banda. El hecho de que cambiáramos de nombre en cada nuevo álbum se trataba justo de eso: de no tener una identidad autónoma sino simplemente de que te llamen brujo por la calle. ¿Entendés? Eso era el grupo: 6 personas. Ahora, al irnos Lee-Chi y yo, les pedimos a los chicos que no se sigan llamando así, ya que para nosotros –y para mucha gente– eso que queda no son Los Brujos. Pero ellos por conveniencia y por tener de casualidad el nombre. Lee-Chi además de ser el bajista manejaba el grupo y entonces a la hora de registrarlo mandó al otro cantante, Alejandro, que trabajaba a la vuelta de donde se hace el trámite de la propiedad, y lo puso bajo su nombre.

Son esas cosas que se hacen por casualidad y después hay problemas…

Sí, tal cual. El lo registró y por eso pueden seguir bajo el nombre de Los Brujos. O sea, si nosotros tendríamos el nombre, seguro que no nos seguiríamos llamando así. Pero a ellos les conviene por historia…

Ya es una marca registrada…

Claro, es así. Y todo el mundo me dice: no pierdan el nombre. Pero… bueno, nosotros lo perdimos. Igual, la única pelea que tuvimos con ellos fue por el nombre. Nada más.

Sin embargo también habías dicho que ya tenían algunas diferencias musicales y que esa fue una de las razones para que se desembocara en la ruptura del grupo.

Toda la vida me gustó el hardcore o la música más extrema o no comercial, o como la quieras llamar. Ahora, ellos decían que yo tenía prejuicios con la música comercial, pero ellos a su vez tenían prejuicios con la música no comercial, ¿entendés? Entonces decían que por no abrir la cabeza o miedo a que un pibe en la calle me gritara “careta” yo no quería tocar un tema sin distorsión. Estoy diciendo un extremo. Es sólo un ejemplo.

Sí, se entiende…

… Y yo les decía que era al revés, que ellos nos se animaban a poner una batería hardcore porque no les gustaba. Sé que es muy difícil de explicar: había una discusión musical. Pero a la vez, esas diferencias hacían que el grupo fuera particular.

Que no se pareciera a nada: ni a la escena brit-pop o al grunge y mucho menos a nada de acá… ¡De hecho Nirvana les robó un tema!

(risas) Sí, es verdad. Y fijate que cuando sos chico todos van cediendo para un lado y ven que el otro cede para otro lado y ven que hay cierta armonía; pero al crecer y no ceder –o hacerlo cada vez menos– te vas separando, desaparece la comunicación musical. El otro cantante me venía con un disco y yo le decía: ‘a mi esto no me gusta’. Lo único que te comunica es estar adentro del grupo. Todo llegó a un lugar en el que no se podía estar más; entonces decidimos irnos.

¿Ellos aceptaron su alejamiento?

Sí, querían que nosostros nos fuéramos.

No da pena: una buena banda, química, canciones imperfectas… Comentarios en donde la crítica y el público –algo de por sí inédito por estos lares– se encontraban…

Por supuesto. Claro. Pero también la prensa nos daba palos: si no nos manteníamos en la vanguardia Pablo Schanton tiraba palos; si nos ibamos muy para el lado de la vanguardia eramos tildados de extremistas. ¿Entonces? En realidad nosotros nunca quisimos ser nada. Hacíamos la música que nos gustaba, nuestro camino y listo. Nos daban palos al final. Y no sabemos bien por qué.

Bueno, te decía que “Guerra de Nervios” es inmejorable, mejor aún que el segundo, “San Cipriano”. Y en el tercer disco llegaron a una madurez que, sin embargo, no se vio en los medios: hubo poca difusión y ustedes tocaron muy poco. No existió una gira del tipo “Canibal” u otros espectáculos. ¿Esto sucedió porque el virus de la disolución ya estaba en el grupo?

Cuando terminamos de grabar el tercer disco algo paso. No lo sé. Empezamos con una tirantéz, nadie quería hacer nada… Si hacíamos un recital no se hacían cambios. Cuando la banda dejó de componer, dejó de ser grupo. Luego del tercer álbum hubo algo que no le permitió componer. Ese es el motivo por el cual estuvimos tres años sin componer ni siquiera una canción. Los Brujos ya no daba para más. La gente que nos venía a ver –nosotros teníamos pibes que nos seguían a todos lados– ya sabía en los últimos recitales en qué orden ibamos a tocar los temas, la lista que ibamos a hacer, el orden. Eso no puede ser. ¡Es una locura!… es realmente una locura. No ensayábamos hacía tres meses, sólo cuando íbamos a dar un recital. Vivíamos en Banfield y ya no iba nadie, la sala estaba muerta. No obstante, todo final es un comienzo. Al decir “esto terminó”, todo el mundo se puso a componer, pero cada uno por su lado. Era necesaria la separación para que el grupo siga en la ruta, para que cada uno, individualmente, pueda tener una vida musical. Ya estar en Los Brujos era como ser partícipe de una relación enferme. Era como un matrimonio…

…sin hacer el amor.

Sí, tal cual.

Volver a casa

¿Cómo es empezar de nuevo?

Es bueno y no. Es buscar gente, encarar otra música y camino. Me siento mucho mejor internamente que cuando estaba en el grupo porque no hay fricciones ni se prejuzga; todo el mundo se está conociendo, entonces es bueno. Las cosas salen. Pero por otro lado, no tengo la experiencia que teníamos porque estoy con gente que por ahí toca desde hace mucho pero que éste es su primer grupo.

¿Y cuáles son los nuevos integrantes?

Ahore Lee-Chi toca la guitarra. En realidad él siempre fue guitarrista. En el bajo está Fernando, que integró muchos grupos y tiene cuatro años de conservatorio y se perfecciona en Tango, aunque también sabe sonido. Y Mauro, que siempre tocó con Fernando, es decir que la base ya se complementa. Todavía falta otro guitarrista y por ahí meter samplers y máquinas.

Con respecto al sonido, comentaste que iba a ser algo distinto a Los Brujos…

Sí, es muy distinto. Estamos tocando con instrumentos de rock pero con tiempos que usa la música trance. Todo lo que se toca con eso, pero con instrumentos básicos y samplers. Experimentando. También va a haber un hardcore maduro, no tan tiqui-tiqui. Todos tenemos diferentes influencias: a Lee-Chi le gusta el rap o el hardcore que a mí no me gusta, o la música más pesada; y a mí me gusta el hardcore melódico. El sonido está por ahí.

Y la puesta en escena, que seguramente el público va a tener expectativa, teniendo ya como referente la importancia que tenía en Los Brujos…

Sí. Yo me encargaba de la puesta en el grupo y mi novia del vestuario. Y ahora, claro, se va a encargar con la nueva banda. La puesta se va a mantener porque para mí es fundamental. Siempre me ocupé del escenario, de la imagen, que es lo que un grupo debe tener.

5 de Junio de 1998

Lugar: una casa de departamentos en el barrio de Once.

Protagonista: Fabio Rey (guitarrista de Los Brujos)

Bebidas: un té.

¿Por qué motivo se armaron Los Brujos?

Fue una idea de Gabriel, el otro guitarrista. El tenía en la cabeza un grupo de rock en el que sus integrantes subieran al escenario disfrazados y que tocaran una música onda beat y new wave. Ideales características que en esos años no se presentaban en el rock nacional.

Está bien. ¿Y por qué se separaron?

Te voy a leer lo que dice Manu Chao en los Inrockuptibles; no lo voy a poder decir con mejores palabras, así que me lo voy a aprender de memoria porque ésta pregunta me la van a hacer muchas veces. Hoy la leí. Dice: “Tuvo que pasar un tiempo para que entendiéramos que no encontraríamos el camino que reuniera los deseos de cada uno. (…) Las tensiones, que al final se volvieron inevitables, eran proporcionales al amor que había entre nosotros.” Acá dice Manu Chao que la banda no se separó de golpe ni todo mal, sino que fue un proceso que se estab gestando, y se desciso. Los Brujos formábamos un grupo de amistad muy fuerte y por eso tal vez fueron las peleas; por más que uno bardée o lea por ahí cosas que me provoquen gracia. Porque de veras es gracioso que te digan “che, boludo, cómo vas a hacer esto…”. Nos conocemos. O que otro llame por teléfono y dispare: “ah, vos sos un hijo de puta, ¿cómo te vas a seguir llamando Los Brujos?”.

A mí no me parece bien que ustedes sigan con ese nombre.

Pero el nombre lo inventé yo. Hay notas en que lo podés comprobar. Imaginate: ‘¿por qué Los Brujos?’ era lo que preguntaban los periodistas al principio. Y yo les contestaba: ‘porque es un tema de Clap que me gusta y se llama “Brujería Flotante”, que dice: “ahí vienen los brujos flotando entre la niebla”’. Me gustaba. El día que vino Gabriel, y que Lee-Chi ni siquiera era integrante de la banda, porque estaba tocando el bajo Gabo –hoy Babasónicos– me preguntó cómo se llama la banda y le comenté: “Los Brujos”. A nadie le gustó: decidimos que hasta que no haya un mejor nombre iba a quedar ese. La historia de que el nombre esté registrado bajo el apellido de Alejandro es fácil: el trabajaba a la vuelta de donde se hacen los trámites de la propiedad intelectual. Y nada es casualidad. No es casualidad que ahora yo esté tocando con Alejandro. Toda la vida fuimos amigos. Muchas veces se jugó por mí. En la época de la hiperinflación apenas si me alcanzaba el dinero para comprar una cuerda de guitarra, y el tipo que me las compraba era Alejandro. Eso no tiene precio. Hay una amistad de años. Entonces, no es casualidad que nosotros sigamos juntos. El reproche, bueno, está todo bien. Si yo estaría de la otra parte, no tendría ninguna historia en dejarles el nombre. Es muy fácil.

¿No pueden llegar a un acuerdo para que el grupo continúe, o al menos empezar de nuevo pero sin ese nombre? Al fin y al cabo, la banda eran seis personas. Todos tiraban para el mismo lado.

Sí, está bien. Vos decís que tiraban para un mismo lado, pero a veces uno tira para su propio lado. Aunque así parezca, nadie los hechó: sólo se quedaron fuera de una situación musical que pasaba entre nosotros cuatro. Nadie puede hecharlos, tanto a Lee-Chi como a Ricki. No se les puede decir “andate”. Es difícil. Pero, ¿cómo le digo al tipo que tocó conmigo diez años que ya no quiero estar más con él? Que ya no me pasa música. Sólo hubo diferencias musicales. Lo demás es palabrerío.

Sé que en “Guerra de Nervios” algunos integrantes de la banda no quedaron muy conformes con el resultado. Tal vez, el famoso síndrome del tercer disco, es decir, la catapulta a la masividad no llegó…

A mí me parece que hay cosas buenas, y aunque sea el álbum que menos me gusta, es el único en el que todos laburamos aportando cosas. El disco está bien. Con respecto a la masividad, es muy difícil: nosotros teníamos diez años de venir tocando. Aparte, el tercer disco es el segundo. Falta un segundo disco que está, porque jamás se grabó. “San Cipriano” tendría que haber sido una continuación del primero –a mi entender el mejor– pero algo pasó: nosotros hicimos “Fin de semana salvaje” y mientras Daniel Melero estaba mezclándolo, Gabriel ya tenía grabado en una portaestudio todo un demo para otro disco. En el primer álbum, además, pasó que vino toda una mano de exposición bastante densa, mucha presión del tipo de que en un recital alguna de la gente que te venga a ver se te cuelgue del cuello como si vos fueras Ricky Martin. Y nosotros no queríamos ser un grupo de moda, un invento más. Ahora digo: que pelotudo, que idea absurda. Lo oscuro de “San Cipriano” es una reacción al estar tan expuestos y a que te tomen de payaso. Ahí, en el segundo disco, realmente comenzamos a confundir los caminos. A cada uno le pasaron cosas.

¿Cuál es el nuevo camino de Los Brujos, si es que realmente van a continuar?

No hay nada definido. Creemos que sí, pero… mirá, es fácil: de éste lado, quedan cuatro personas; del otro dos. Y si vos escuchás los discos del grupo ¿quién es el compositor?: Gabriel, el otro guitarrista. El primer disco es todo él; el segundo es 80 por ciento y 20 los demás; y el tercero si bien dice que todos los temas son de Los Brujos, el 70, mínimo, es de Gabriel. El fue quien hizo la banda. Entonces, el espíritu del grupo va a estar donde vaya él. El espíritu. El nombre es sólo una cuestión comercial. De todas formas, con Gabriel estamos haciendo música que es diferente. Empezando de nuevo. Todavía no me animo a decir el estilo definido porque está en un proceso que puede variar. Igual va a continuar la misma emoción de Los Brujos pero con otra energía. La primera época de la banda era fiebre adolescente, con todo el mambo de cambiar cosas, ideales, y todo con el clima de la distorsión de fondo. Lográbamos descargar la emoción. Después, en mi caso traté de dar emociones desde la guitarra pero desde la sutileza de tocar un instrumento. Que al chico le llegue y que se de cuenta cuando estoy contento o no. La guitarra habla, porque por lo general los músicos somos bastante introvertidos. Por otra parte, en el ’99 termina el contrato de Los Brujos, pero yo no quiero sacar otro disco.

Nunca van a volver a unirse…

No sé. Por ahí dentro de diez años o cinco, o… todo depende de las cosas. Por ahí el día de mañana viene un tipo y nos ofrece un palo verde para cada uno. Y bueno… voy a poder pagar las expensas (risas). Igual no me preocupa que la magia se haya acabado, me preocupa lo que yo pueda darle a los demás. Expresarme con mi instrumento, eso deseo, porque si no disfruto del hoy nada tiene sentido. Todo lo demás, ya lo hice.

El otro lado de Fabio Rey: San Martín Vampire

San Martín Vampire es el arte de la elegancia. ¿Qué tal, lectores? Sí, es verdad. El demo que suena en estos momentos en la habitación es exquisito: bases oscuras, sampleadas, música dance del Río de la Plata. “Espuma de rabia”, “El elegante” –especie de corazón sudamericano made in Pierre Cardin–, “Mal Mortal”, “Historias Chinas” e “YMA” proponen un caleidoscopio kitsch, claustrofóbico y original dentro de la mediocre estabilidad del rock nacional de fin de siglo. Porque el trío forma San Martín –W.Aldo (voz), Fabio Rey (guitarras) y Andy Martínez (máquinas y misceláneas pop ) crea el clima adecuado para entender un poco más de qué se trata de veras la música que se viene. No sin falta de cordura, ¡eh!, podemos decir que San Martín Vampire es una gran banda de ni siquiera seis meses de vida. Y todos lo sabemos: a los nueve la criatura empieza a gritar.

“El hecho de que hoy toque con San Martín fue el resultado de unanecesidad de música que venía acumulando desde hacía algunos años y que dentro de Los Brujos no la podía hacer –señala Fabio–. En realidad, no encontraba el camino para meterla dentro del grupo. Ese camino adecuándolo a todos los integrantes. Entonces dije: ‘no, voy a darle la trayectoria que deba tener’ y me empecé a juntar con músicos como Rudy Martínez de Audioperú y Sergio Pángaro (W.Aldo). Básicamente armamos un trío tecno-pop. Hicimos canciones y, en el mes de enero, como todo es muy electrónico, nos preguntamos: ‘¿por qué no tocamos?’. Muy natural. Y enseguida que nos presentamos en vivo tuvimos una buena respuesta. A la gente le gustó. Ahora disfruto tocar con San Martín Vampire para veinte tipos, cuando ya no soportaba tocar para 500. Siento que estoy transmitiendo algo; la última etapa de Los Brujos sentía que lo que hacía no era algo… no sé… no estábamos tirando para el mismo lado. Con este proyecto, que es paralelo a Los Brujos, ya tenemos material para un disco. Creo que es la mejor manera de atacarle a toda la realidad que sufrimos. Es decir, vivo un mundo real, que es donde vienen las expensas y las tengo que pagar; y vivo en otro que es de fantasía. En éste, yo quisiera vivir. Entonces ahí no vienen las expensas, ni los militares, ni Menem y menos Yabrán.

Mejor…

No están. No me inspiran. Nada me van a sacar; ni bronca. Ese mundo es mío y me lo voy a llevar a la tumba. ¡Y qué se vayan a cagar! Si ya me la cagan bastante. Es la mejor manera de zafar. Porque siento que si los ataco no gano nada, es más, si los llegara a molestar vienen y me pegan un tiro. Si yo escribo una canción con la que toda la Argentina se de cuenta de todo lo que realmente pasa, no hacen más que venir a mi casa y me pegan un tiro.

Que no sería más que un suicidio…

Sí, exacto. Entonces, mejor separar los mundos. Ahora me doy el lujo de tocar con quien admiro: con Gabriel que es un gran compositor y con Rudy que es un gran cantante.

¿Adiós Los Brujos?

LOS MEJORES MOMENTOS DE BRUJERIA

Ricky

“Cuando tocamos con Nirvana en Vélez. Creo que Novoselic se llevó el primer disco de la banda”.

“La gira Canibal por toda la Argentina”

“Los diez mandamientos”

“La primer presentación de Fin de semana salvaje en la disco ‘El Angel’”

“Que el tema ‘Kanishka’ se parezca demasiado a uno de Nirvana”

San Cipriano, el concepto redondo. Cierra”

La Bola Asesina, el fanzine que hacíamos”

Fabio Rey

“Tocar con Nirvana. No entendí como todo el estadio gritaba. Nosotros no lo esperábamos. Sentí una vibración tan fuerte que me empujó para atrás. Tuve que respirar. Fue algo muy fuerte, ya que el grupo de Kurt Cobain fue el más importante de la década”

“Que los integrantes de Nirvana se vayan cantado el estribillo de ‘Kanishka’”

“Hacer giras por el interior del país. Conocer gente del lugar, entender los códigos de esos pueblos casi abandonados”

“La amistad de la gente que conocimos”

“Tocar con Cerati, alguien que admiraba desde la adolescencia. Que él toque en el primer y en el tercer disco”

5 comentarios:

Bia Consulting dijo...

La nota es tan larga que nadie llegó al final como para poner un comentario???

Anónimo dijo...

jajaja tiene razon el de arriba yo en mi caso ya la abia leido!!en otro sitio es una nota vieja.

lo q si recuerdo q dicen capas en 10 años nos juntamos o algo asi pero hay q avisarle q ya estan pasando 10 años!!

Aguante los BRujos!

Anónimo dijo...

Yo si la lei completa !! chupate esa mandarina. Ja
Ojala pudiera volar hacia thundera así veo a los brujos :(

dgeneracion3000@hotmail.com

Matias Jerez dijo...

no la lei completa

Anónimo dijo...

Buenas!
Me acuerdo q esta nota la leí hace bocha y creo q marca muy bien los "2 bandos" q se habían formado. Coincido con un poco más con la opinión de Fabio, lástima q nunca nos dieron la posibilidad de saber como seguía la historia...
Como dijo dami@an ya es hora, los 10 años se están estirando!!!
Saludos!